ELABORACIONES NUESTRAS


 


Es tan hermoso describir las cosas que uno siente cuando de verdad se está enamorado, cuando los sentimientos son verdaderos se te nota en el cuerpo y en los ojos lo que sientes por esa persona que te cambia la vida, que te hace soñar, suspirar y sentir cosquillitas en el estomago no más de pensarlo y saber que se van a ver…

Los numerosos momentos que he vivido con mi pareja han sido de alegría, de locura, de rabias, de tristezas, de miedo, de pasión, de placer, de lujuria y me bastarían las palabras para describir lo que me hace sentir cuando estoy junto a él…es indescriptible, placentero…tan placentero como nuestro primer encuentro con esos sabores que te hacen soñar, que te agradan a simple vista, que te hacen salivar con ver lo delicioso que debe ser al probarlo…

Basta con mencionar esa primera vez que estuvimos probando esas delicias que provocan y que sientes placer al comerlas…cómo no recordar el nombre de aquel lugar que fue testigo de uno de nuestros primeros encuentros “LITROS Y COPAS” donde el olor de su adorable y siempre escogido plato le hacían erizarse la piel como nuestro primer beso…y yo escogiendo mi plato favorito que me hacía deleitar y saborear no más de pensar en esa delicia de comida…

JENNIFFER ANDREA MORENO PARRA


COMIDA E INFANCIA


Personalmente estos temas me encantan porque uno recupera recuerdos perdidos, vuelve a sentir sabores, aromas, cosas tan bellas que en ocasiones uno quisiera regresar en el tiempo y nunca salir de aquella época tan hermosa como fue la infancia.

Los recuerdos que perduran en mi mente son desde mis tres años de edad, recuerdo los desayunos en familia, a los niños (mis tres primitos varones y yo), nos sentaban en una mesa hecha con tablas muy rústica con dos bancas pequeñas, en donde cabíamos los cuatro cómodos y estratégicamente acomodados, como si mi abuelo alma bendita hubiese calculado cuantos íbamos a ser al momento de hacer ese hermoso comedor.

Las comidas que mas recuerdo de esos desayunos, son el calentado de pasta con arroz y papas, que delicia, y el ambiente familiar lo hacia aún más delicioso. También la chagua con huevo, chocolate y pan francés, todos en el patio de la casa de mi abuela, pues nunca hemos tenido comedor y los niños en nuestra mesita de madera.

Otras comidas que recuerdo muchísimo son las del jardín infantil el payaso, en el que estuve desde muy pequeña, la mayoría por no decir todas, eran deliciosas, pero como desde pequeña e tenido la dificultad, cualidad o característica de comer muy lento, las profesoras pensaban que yo no quería comer, yo si me comía todo, pero en aproximadamente una hora, al terminar siempre me paraba en la puerta de la cocina, y me quedaba mirando hacia adentro, mirando como ellas lavaban la loza del almuerzo, hasta que una de ellas me preguntaba que si quería un poquito mas de algo o de todo el almuerzo, y yo decía que si, y me servían de nuevo lo que yo quisiera.

Como lo nombre antes, la mayoría de las comidas eran deliciosas, cremas de todos los sabores, postres, verduras, carnes, jugos, galletas, todo, todo era delicioso menos cuando hacían una cosa, el salpicón, porque cuando ellas hacían ese postre, jugo o mezcla, no se como llamarlo, lo hacían porque se habían dañado muchos bananos, y los cortaban en rodajas negras y babosas, haciendo que se viera poco agradable a la vista y por su puesto absolutamente nada agradable al gusto y el tacto en la boca.

En las tardes me cuidaba mi madrina de bautizo. En su casa, mi padrino trabajaba en esa época en un colegio de monjitas donde le regalaban bultos de frutas y vegetales, en una ocasión, llevo un bulto de naranjas, pero como estaban en su mayoría verdes, decidí destapar una por una y probarlas hasta que encontrar una medianamente dulce, así fue como destape casi un cuarto de bulto en mi tarea.

Mi madrina también hacia la cena, no siempre yo cenaba en casa de ella, pues mi mamá o mi abuelita me recogían antes de esa hora, pero cuando yo estaba mas de la hora de la cena ella me brindaba, pero me causaba curiosidad y aún pienso en el porque siempre me daba sopa de menudencias, era y es muy rica, pero la comida que mas recuerdo de mi madrina, es la sopa de menudencias. También recuerdo que como ella vendía papas choreadas y helados caseros en la cooperativa de la escuela del barrio, a veces, cuando yo no tenía clase, me llevaba a su venta diaria, y me daba esas papas, con exuberante guiso, a mi me parecía y me parece la gloria ese plato tan sencillo y delicioso que recuerdo de ella.

Siguiendo con mis recuerdos gastronómicos de la infancia, recuerdo que el esposo de mi tía Chavela (así le decimos de cariño, pero se llama Elizabeth), es del campo, de Boyacá Cerínza para ser mas específicos, el cocinaba cosas raras, o no raras, poco comunes para mí, pero para él normales; en una ocasión, llegamos a casa de mi tía, que por cierto vive muy cerca de mi abuela, en la hora del desayuno, y el estaba haciéndolo, cuando nos sirvió a todos, nos dio pan, chocolate y huevos pericos con tomate y cebolla, pero lo peculiar del plato es que los huevos estaban hechos con los “rabos” de la cebolla, no con la parte blanca sino solo con los tallos, yo le pregunté que porque estaban así los huevos, que eso no se comía, y el me explico que en el campo nada se desperdicia y que igual eso también hacia parte de la cebolla y que sabia igual. Yo, después de mirarlo un largo rato comer su plato, decidí probar el mío, y efectivamente estaba delicioso y no tenía ninguna influencia el que fueran huevos revueltos con tallos de cebolla larga.

Estos son mis recuerdos, deliciosos, felices y hermosos…
JULY ANDREA CÁRDENAS JIMÉNEZ